Venganza by Victoria Holt

Venganza by Victoria Holt

autor:Victoria Holt [Holt, Victoria]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1987-01-01T05:00:00+00:00


Carsonne

El salón de París fue mi salvación. Durante todo un año trabajé sin descanso. Yo no quería pensar en Drake. Grandmère se mostró conmigo más solícita que nunca, tratando de buscar siempre lo mejor para mí. Y la condesa me impidió, con firmeza, que sintiera lástima de mí misma: según ella, la casa de París era una adquisición mucho más valiosa que un marido. También mi padre me ayudó a olvidar, siempre deseoso de compensar todos los años vividos sin saber nada el uno del otro. Y estaba, cómo no, Katie, que no cabía en sí de gozo ante todas aquellas novedades. Ver su carita iluminada por la alegría y escuchar sus incesantes preguntas me hacía comprender que, por grande que fuera mi pena, tenía muchas razones por las que vivir.

Todos estuvieron muy cariñosos conmigo, de forma que los días transcurrían pasablemente bien, aunque por las noches me invadía la tristeza y no podía dejar de pensar en lo que había podido ser y no fue. A Philip lo había amado con un amor juvenil, romántico. No tuvimos tiempo de descubrir los defectos de nuestros respectivos caracteres, cosa que una convivencia más prolongada nos hubiera revelado sin duda. Vivimos en un estado de eufórico idealismo. ¿Hubiéramos podido seguir siempre igual? Tal vez no. Pero nuestro amor perduraría siempre en la memoria tal como fue, y no como quizá lo transformara el tiempo. Después, Philip murió de una manera trágica, inesperadamente… sin que nadie pudiera decir la razón. Y, cuando se me ofrecía la posibilidad de una relación más madura con un hombre al que admiraba, respetaba y amaba, los acontecimientos se torcieron y también lo perdí. A veces pensaba que estaba condenada a perder a los que amaba y a atraer sobre ellos la desgracia. Philip había muerto de un disparo, y Drake tropezó con el peor de los destinos: verse casado con una mujer a la que odiaba.

Tenía que olvidar aquel sueño hecho trizas, y volver a empezar.

En cierto modo, tuve suerte, porque mi atención iba a verse reclamada por la puesta en marcha del salón de París.

La decisión de que yo fuera también a París fue cosa de Grandmère. Como ya he dicho, teníamos en Londres una encargada de total confianza, capaz de llevar perfectamente el negocio con la ayuda de Cassie. Así pues, Grandmère, la condesa y yo partimos para la capital de Francia, llevándonos a Katie. Nuestro plan era que la condesa viajara de vez en cuando a Londres para asegurarse de que todo iba bien, y regresara para volver a reunirse con nosotras.

A Katie la encantó París. Contraté para ella dos institutrices, una francesa y otra inglesa, con el propósito de que, como tal vez tuviera que vivir algún tiempo en Francia, aprendiera el idioma, pero sin descuidar al propio tiempo sus estudios ingleses. Miss Price era muy circunspecta y juiciosa, si bien un poco relamida, mientras que mademoiselle Leclerc era más animada y amplia de miras; procedía de Lyon donde, según me dijo, se hablaba el mejor francés del país.



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